En innumerables ocasiones hemos oído la expresión: “La escuela es el segundo hogar”. En nuestro caso, en Senda Knowmads High School, es una realidad. Ser docente en Senda Knowmads High School no se limita a la experiencia de impartir clases, acompañar el aprendizaje, aplicar evaluaciones y llevar un registro de calificaciones. Los docentes también somos tutores. Esto significa que la misión nuestra es un acompañamiento humano muy cercano.
Más que docentes, tutores y guías
Debido al número de horas que compartimos al día con nuestros alumnos, al ecosistema de interacción en que se convierte cada aula magna de las 3 con que contamos, y al grado de involucramiento que tenemos en los procesos de crecimiento y avance en su bachillerato, la comunicación con los padres de familia, pero, en definitiva y sobre todo, al grado de comunicación que tenemos con nuestros alumnos, nuestra escuela es un segundo hogar.
En nuestra institución el docente no es una figura lejana que llega e imparte su “clase magistral”. El docente y sus coprofesores son elementos constantes del día a día en la vida de los alumnos. Cada docente se ve ante el reto de compartir no solo sus conocimientos, sino su persona: su experiencia, sus criterios, su visión de la vida, su camino profesional, sus experiencias familiares.
Como lo expresa el psicólogo humanista Carl Rogers en su libro “El proceso de convertirse en persona”, se crea una relación entre docente/tutor y alumnos en la cual el capital humano del docente provee un sostén y guía al caminar de sus pupilos. El docente/tutor debe hallar el equilibrio en el cual pueda orientar mediante acciones concretas y constantes de supervisión, pero también en el diálogo diario, en la orientación tutorial, en la manera de asumir corresponsablemente el proceso diario de la enseñanza y aprendizaje en el contexto del bachillerato.
Nos importas tú
En lo personal, no dejo de insistir y recalcar que es sumamente satisfactorio, aunque el proceso sea arduo, difícil, complicado, en muchos sentidos, observar a nuestros alumnos empezar a mudar la piel del adolescente, incluso con algunos vestigios de la infancia, y convertirse en adultos. Adultos jóvenes, universitarios, que regresan a la vuelta de un año, dos, tres, a compartirnos su vida y experiencia universitaria. Regresan a darnos todo tipo de retroalimentación, tanto positiva como orientada a la mejora de nuestro quehacer: “Profe, agradezco mucho lo que viví aquí”, pero también, “me hubiera gustado más que nos hubieran dado esto o lo otro”.
Todo comentario es bien recibido, porque ellos mismos también se convierten en nuestros guías, en faros que con su agradecimiento o su retroalimentación nos confirman que efectivamente vamos por buen camino, pero, a la vez, que no nos podemos dormir en nuestros laureles. Porque en esta escuela no nos importa solo que aprueben, que pasen, que cumplan, que aprendan. Queremos ver alumnos integrales, que se sientan felices de su estatus y quehacer como alumnos. Que tengan hambre de seguir expandiendo sus horizontes y sus capacidades. En esta escuela preparatoria, nos importas tú.
MC. Milton Angulo Báez
